Funerales que construyen naciones

El funeral de Stalin

Hace poco me vi un magnifico documental llamado Funeral de Estado (2019). Esta película del director ucraniano Sergei Loznitsa, retrata el funeral del líder soviético Joseph Vissarionovich Stalin, mostrando de una manera intima y sin narración, las filmaciones inéditas a color y a blanco y negro que siguieron minuto a minuto el evento. Puede verse desde la vigilia en la Casa de los Sindicatos de Moscú, hasta su enterramiento en el Mausoleo de Lenin, en la Plaza Roja.

Este despliegue extravagante, que contó con manifestaciones artísticas y militares, así como asistentes de todos los rincones de Rusia y del mundo socialista, se hizo principalmente con un objetivo: mostrar la magnificencia del estado, y de su continuidad tras la muerte del gran líder.

Estas puestas en escena no son únicas de las autocracias. Desde el nacimiento de los estados, se ha construido una especie de teatralidad alrededor de la muerte, que, en cierta forma, ha servido como una forma de perpetuación y apropiación colectiva de las estructuras de poder imperantes en las naciones. Cuando el líder muere, el poder atemporal que conforma la nación se mantiene y se perpetua a través del tiempo, lo cual debe reflejarse en el funeral.

El funeral como culto de personalidad

Con los imperios, monarquías y otros sistemas autocráticos, se creó una especie de culto de personalidad alrededor de la figura del líder, que era la única representación legitima del estado. Es por eso por lo que Luis XIV, rey de Francia, decía sin pudor que “El estado soy yo”. En cierta forma, la figura del monarca o el líder garantizaba la conexión de la estructura de poder con lo atemporal y trascendente, dándole legitimidad frente a la sociedad sobre la que gobernaba.

De allí la importancia del funeral, que, en cierta forma, se hacia con el fin de garantizar una continuidad en el ámbito de lo terreno, y una trascendencia en el ámbito de lo sobrenatural. Casi todas las culturas del mundo han desarrollado complejos rituales funerarios, especialmente alrededor de los monarcas. Los extravagantes rituales mortuorios egipcios, con sus pirámides y su momificación; las apoteosis de los emperadores romanos; los enormes templetes y ejércitos de terracota del primer emperador chino; los ricos ajuares de los emperadores y caciques en múltiples sociedades precolombinas son solo algunos de los ejemplos que encontramos alrededor del mundo.

La llegada de los estados nación en el siglo XIX, trato de reducir esta visión religiosa alrededor de la figura del líder, sobre todo con los estados republicanos. Pero esta ritualidad estuvo lejos de desaparecer, solo que ahora se relacionaba mas con los ideales “racionales ilustrados” que las sociedades occidentales anteponían como valores. Para los presidentes, primeros ministros, secretarios del partido, y demás figuras autócratas, siguen existiendo complejos funerales, que incluían entre otras cosas, capillas ardientes, desfiles multitudinarios, discursos de representantes de poderes locales y extranjeros; y extravagantes despliegues militares. Estos inclusive se vuelven mas multitudinarios, en la medida que la tecnología y las redes de comunicación acortaron las distancias.

Ya, por ejemplo, en el siglo XIX se empezaron a usar los ferrocarriles para “incluir” a toda la nación en los ritos funerarios de los líderes. Famoso es el viaje en locomotora del cadáver de Abraham Lincoln a través de varias ciudades de los Estados Unidos, desde Washington, hasta su sitio de enterramiento en Springfield, en el estado de Illinois.

El siglo XX trajo consigo el uso de las tecnologías en telecomunicación para trasmitir estos rituales. El ya mencionado funeral de Stalin fue proyectado a través del cine y la radio para toda la Unión Soviética. Inclusive se hizo el montaje de una película documental, la cual, entre otras, tuvo objetivos políticos, al estar direccionada su trama en mostrar el sucesor del caudillo. Aunque finalmente, la convulsionada sucesión llevo al engavetamiento de ese proyecto.

Los estadounidenses y demás países del área de influencia capitalista no estaban lejos de hacer montajes similares tras la muerte de un líder. El funeral del asesinado presidente, John F. Kennedy o la accidentada princesa de Gales, Diana Spencer, fueron seguidos en vivo y en directo a través de las cámaras de televisión.

Las eternas vigilias

Tumba del soldado desconocido

Otra característica particular es la idea de una eterna vigilia, en donde la nación entera permanece en estado de duelo permanente por la perdida del líder. Aunque esta narrativa no aplique tanto a la realidad, si existe cierta ritualidad alrededor de las tumbas de los líderes, padres de la patria o demás sujetos entronados por la narrativa nacionalista.

Un ejemplo de esto son los panteones nacionales, los cuales pueden verse en muchos países, incluyendo a Latinoamérica. Uno de los mas famosos es el Panteón Nacional de Venezuela, ubicado en Caracas, construido para albergar los restos de Simón Bolívar. Bolívar, que murió en relativa desgracia, no conto con un magnifico funeral inmediatamente tras su muerte en Santa Marta, pero si se realizo un inmenso despliegue con sus restos en 1842, cuando fueron repatriados a Venezuela por el general José Antonio Páez.

Los restos de Bolívar permanecen en permanente exposición, y son cuidados por una guardia militar constantemente. En otros países se ven casos similares, como en Argentina con los restos de José de San Martin, o en Rusia, China o el Vaticano, con los restos de Lenin, Mao o el papa Juan XXXIII, que entre otras fueron momificados, para parecer cuerpos incorruptos.

Las dinámicas políticas pueden entre otras, alterar estos estados de vigilia permanente en cuanto cambian los intereses de las estructuras de poder. El ya mencionado Stalin, por ejemplo, fue sacado del mausoleo de Lenin tras su muerte, y enterrado con cierto silencio en el muro del Kremlin. Inclusive se hablo de enterrar la momia de Lenin tras la caída de la Unión Soviética, aunque hasta el momento esta permanece allí.

Un caso curioso de estas “eternas vigilias” son las realizadas sobre las tumbas de los llamados “Soldados desconocidos”, presentes en países como Estados Unidos, en donde hay una tumba con soldados no identificados de varias guerras en el cementerio de Arlington, o Inglaterra, que está ubicada en la Abadía de Westminster, que aloja también los restos de reyes y reinas de varias épocas. Estas tumbas también permanecen custodiadas por una guardia permanente. Dichos personajes, que son entronados póstumamente por la narrativa nacionalista, dan muestra de un ideal que es bastante satisfactorio para las estructuras del poder: dar la vida por la patria, aun perdiendo la identidad. A través del uso de la parafernalia militarista que tanto gusta a los nacionalismos, se trata de mostrar el “ejemplo” que el poder espera que siga la ciudadanía.

Viendo todo esto, ¿es posible decir que estos “funerales de estado” son distintos a los ejercicios de memoria y duelo colectivo que en cierta forma son mas espontáneos?, es difícil decirlo, aunque queda claro que esta ritualidad nacionalista, están encaminada a satisfacer intereses políticos de la clase dominante. Como conclusión, solo se puede decir que la muerte es un escenario con fuertes implicaciones sociales, con despliegues y rituales que dan muestra del sentimiento popular y de las dinámicas políticas y sociales que existen en una determinada comunidad.

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