¿Qué es esa cosa de la “lucha de clases”?

“La historia de todas las sociedades que han existido hasta nuestros días, es la historia de las lucha de clases”
“La historia de todas las sociedades que han existido hasta nuestros días, es la historia de las lucha de clases”

Desde hace algunos días, varios políticos y opinadores de centro y de derecha, han empezado a hablar de la “lucha de clases”, la cual, según ellos, sería una de las estrategias de la izquierda para desestabilizar el país.  Y teniendo en cuenta la ya bastante trastornada situación que se vive en Colombia debido al paro nacional y la reacción del estado a este, vale la pena ahondar un poco sobre este concepto.

Como es común entre los grupos reaccionarios de derecha, su discurso sobre el concepto apela más a producir terror, por lo cual no ahondan en la construcción filosófica, política y social de este, la cual viene dándose desde el siglo XIX. Miremos entonces a continuación sus orígenes, sus usos en la historia, y quizá, que aplicaciones tiene para la situación actual.

La lucha de clases y la historia

Para empezar a entender la “lucha de clases” primero hay que introducir a un señor alemán al que muchos le tienen miedo sin haberlo estudiado: Karl Marx. En 1848, junto a Friedrich Engels, Marx escribió una de sus obras más famosas El manifiesto del partido comunista (O el Manifiesto comunista) en donde introdujo los elementos claves de la ideología marxista, que vendrían a desarrollarse en obras posteriores como El Capital.

Las bases del concepto de “Lucha de clases” llegan en una de las frases más famosas del escrito: “La historia de todas las sociedades que han existido hasta nuestros días, es la historia de las luchas de clase”.

¿Y esto que significa? Vale la pena resaltar que Marx hace un énfasis en la importancia de la historia, por lo que un poco antes de ahondar más en el concepto de “Lucha de clases”, debemos preguntarnos como Marx y el marxismo conciben la historia. Esta concepción es conocida como el materialismo histórico, siendo sus bases planteadas por Marx y Engels en su obra La ideología alemana, un poco anterior al Manifiesto comunista. Esta perspectiva de la historia se define por considerar que las condiciones materiales a las que se ven sometidas las sociedades, como las formas de producción y de intercambio, son las que definen los grandes procesos históricos. Esto estaba en contraposición a la visión idealista, que decía que las ideas y la conciencia de los grandes hombres eran las que definían los procesos históricos.

¿Y esto que tiene que ver con la lucha de clases? Marx plantea que estas condiciones materiales que han determinado los procesos históricos también han creado una división entre dos grupos principales: los opresores y los oprimidos. Estas son las dos clases que a través de la historia se han transformado de acuerdo con los modelos políticos y económicos, y cuyos intereses son contradictorios.

Marx propuso una división de la historia universal en épocas según los modos de producción imperantes, siendo estas la época esclavista, la época feudal y la época capitalista. Según la perspectiva marxista, las revoluciones de finales del siglo XVIII, como la francesa y la norteamericana, permitieron la llegada de una nueva clase dominante que desbanco a la vieja clase aristocrática feudal: la burguesía. Esta se apropió de los medios de producción, lo cual, en conjunto con las transformaciones legadas de la revolución industrial, y la globalización del comercio a través de los imperios coloniales, permitieron la instauración del régimen capitalista. Aquí las dos clases contradictorias serian la burguesía, y los obreros explotados, o proletarios.

Implicaciones de la “lucha de clases”

Entonces ¿Por qué hay lucha de clases? Marx es muy claro en este sentido. La deshumanización del proletariado a través del régimen del salario, en donde su fuerza productiva es vendida al dueño del capital, crea una serie de condiciones injustas. Allí el burgués, dueño de los medios de producción, obtiene los beneficios del trabajo conjunto de los proletarios, y los proletarios solo obtienen una mínima fracción que los deja en la precariedad. Esta precariedad impide que los proletarios puedan disfrutar de las condiciones de vida que los burgueses dan por sentadas, lo cual lleva a una situación de privilegio de uno sobre el otro.  

Esta profunda inequidad lleva a que se presenten las condiciones para que la clase oprimida se rebele contra la opresora. Varias rebeliones y revoluciones de este tipo se dieron antes y después de Marx. Pero, aun así, Marx pensaba que, para que estas tuvieran la posibilidad de cambiar las cosas, tenía que existir primero una serie de elementos claves: la conciencia de clase y la solidaridad de clase.

Solo así es posible una organización que permita una verdadera revolución proletaria, la cual le daría a los oprimidos el control de los medios de producción. El triunfo de una revolución proletaria, según Marx, llevaría a la abolición de las clases sociales, y por tanto a la abolición de la lucha de clases. Este es el objetivo último del comunismo.

La posibilidad de que se de este tipo revolución, produce gran terror entre los defensores del statu quo, aun ante la posibilidad de que esta sea pacífica. En cierta forma, el discurso reaccionario (que comparten desde los grupos de ultraderecha, hasta los neoliberales) tiende a decir que la lucha de clases es algo que se busca fomentar a través del “resentimiento” y que no es algo ya altamente engranado en una sociedad ya bastante desigual. Esto se puede explicar porque los reaccionarios no desean abolir el sistema de clases, que a la larga mantiene sus privilegios.

En los últimos años, el discurso marxista ha resurgido en cierta forma, dado el cada vez más resonante fracaso del modelo neoliberal, instaurado a nivel mundial tras la caída del bloque soviético en 1991. El fin de la historia que tanto clamaban los teóricos de este régimen, nunca llego, porque la desigualdad y la injusticia aún están presentes. “El fantasma del comunismo” del que irónicamente advertía Marx en su texto, vuelve a rondar en las cabezas de quienes temen que el pueblo reclame lo que le pertenece.

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