Yo estaba decidido a ya dejar de ver los productos del “universo cinematográfico” de Marvel, una de las franquicias estrellas de la megacorporación Disney, por dos razones especificas: primero que la última película (que no me gusto tanto) ya había cerrado para mi la historia que pretendían contar; y segundo, me resultaba intensamente fastidioso ese despliegue hiper corporativo con el que Disney, y su monopolio cultural, querían seguir exprimiendo la franquicia. Casi ninguna de las nuevas series que estaban próximas a estrenar en su plataforma de streaming me resulto particularmente interesante, con la excepción de Wandavision. Está a primera vista me resulto lo suficientemente distinta, y finalmente acepte verla por la recomendación de un amigo. Quede gratamente sorprendido.
Haciendo una pequeña sinopsis, Wandavision nos cuenta la historia de superheroína Wanda Maximoff (conocida también como la “Bruja escarlata”) que había sido una miembro de los Vengadores, y sufrido una enorme serie de perdidas personales a lo largo de la serie, incluyendo a su amante, el robot Visión. Tras una secuencia de hechos que se van develando a través de la serie, Wanda se encuentra repentinamente viviendo una vida idílica en un suburbio de algún lugar de los Estados Unidos, con la Visión de nuevo con vida haciendo de su marido, repitiendo tramas de comedias televisivas. La desgarradora verdad de como todo llego a este punto, que se enmarcan sobre todo en las tragedias personales de Wanda, serán el punto cúspide de la serie.
Wandavision evita por la mayor parte, los clichés de la franquicia, evitando (en la mayor parte) las interminables autorreferencias y guiños de futuras secuelas. Adicionalmente, la serie les da profundidad a dos personajes que antes me habían resultado poco interesantes, haciendo una conmovedora historia sobre el amor y el duelo.
La televisión como maquina del tiempo
Pero más allá de mis opiniones sobre la calidad de la serie, quisiera hablar sobre un elemento que me resulto interesantísimo: la representación de varias décadas de la historia de la televisión estadounidense a través de los capítulos. Vemos que la decisión de utilizar este recurso narrativo no es gratuita, y esta relacionada con los puntos que la trama quiere presentar. Viendo esto, me gustaría comentar sobre algunos puntos que me perecen importantes, teniendo en cuenta las particularidades de la historia de la televisión estadounidense, y de como esa misma historia es representada a través de la pantalla.
Wandavision en sus primeros capítulos, hace recorridos en momentos muy puntuales de la historia de la televisión gringa, empezando por la década de 1950, para seguir de allí con la de 1960, 1970, 1980, 1990, y 2000. Esto es interesante porque se puede ver una herramienta que ha sido usada como forma de enganche por las productoras de televisión: la nostalgia.
La representación de las épocas pasadas bajo el tinte nostálgico, apela a ciertas particularidades que apuntan a la conexión emocional que la audiencia pudiera haber tenido con esos años. Por un lado, esto implica una reconstrucción casi que devocional hacia aspectos como la moda, la cultura popular, la música, el léxico o la arquitectura, lo cual casi nunca se hace en series o películas situadas en momentos históricos mas antiguos. Y claramente esto tiene una explicación: crear una ventana al pasado en donde la audiencia pueda revivir sus infancias.
Ya en la década de 1970 se había empezado esta tendencia, con series como Happy Days (1974-1984) que se ambientaban en la década de 1950, o The Waltons (1972-1981) ambientada en la década de 1940. Mas recientemente aparecen series como El Show de los 70 (1998-2006) o Stranger Things (2016-), que se remiten desde nuestra actualidad a la década de 1970 y 1980, respectivamente.
Wandavision sigue esta tendencia y hace una recreación impecable de cada década a la que se remite, en donde, por ejemplo, Wanda utiliza preciosos vestidos de época en cada década, o la casa aparece decorada con los muebles y aparatos propios del momento. De manera mas interesante aun, la serie cambia su relación de aspecto (proporción entre el ancho y la altura de la imagen de la pantalla), en la medida que pasa de un año al otro.
La fantasía del pasado ideal
Pero yendo más allá de esta reconstrucción estética, también se hace una representación idealizada y prácticamente acrítica de este mismo pasado. Aquí casi nunca vemos los aspectos problemáticos, fueran las cuestiones políticas o las luchas sociales, y por lo general se centran únicamente en dilemas de la vida cotidiana, que se resuelven al final de cada capítulo.
Esto tiene un precedente que se daba casi que desde las mismas series de esas épocas. Por ejemplo, las clásicas Honeymooners (1955), The Dick Van Dyke Show (1961-1966), o The Waltons trataban de encarnar ese ideal de la “típica” familia blanca estadounidense, con las madres recatadas, y los patriarcas sabios al frente del hogar. De hecho, estas representaciones eran especialmente apreciadas por los políticos conservadores, siendo un ejemplo de ello una famosa anécdota ocurrida en 1992, cuando el presidente George H. W. Bush dijo que las familias estadounidenses debían ser “mas como los Waltons y menos como los Simpsons”.
Inclusive las series modernas tratan de presentar este pasado idealizado, a pesar de tratar de no utilizar el modelo patriarcal tradicional de familia. Por ejemplo, series como Friends, idealizaban ser soltero en la Nueva York de los años 90, sin tocar ni siquiera temas como la inmigración o la pobreza masiva que agobiaba esa ciudad en esos años; Stranger Things ignora por completo el racismo propio de la era Reagan, solo haciendo guiños políticos al presentar a los soviéticos como villanos, siguiendo la tradición de las representaciones propagandísticas del “Terror rojo”.
Hay una explicación dentro del universo de la serie para este uso en la trama, que se conecta directamente a esta idea: ver esas viejas series de televisión eran de los pocos momentos felices de la infancia de la traumatizada Wanda. Y es por ello por lo que decide construirse para sí misma un mundo ideal dentro de esas series, para lograr de cierta manera soportar el dolor de sus pérdidas.
Y en cierta manera, la audiencia busca esa misma clase de escapismo en las series de televisión. A veces, se oyen quejas en algunos sectores por supuestos “intentos de politizar” o de “volver políticamente correctas” las series de TV cuando estas tocan temas como el racismo, la homofobia, el machismo, la violencia o la pobreza. Y es bueno reclavar que negar esas problemáticas, puede ser un instrumento para seguirlas perpetuando.
También vale la pena notar que, aunque el escapismo no está mal de vez en cuando, y las series que mencione anteriormente no tienen nada de malo por ser entretenimiento sin intenciones críticas, tampoco se puede esperar que todo el entretenimiento vea el pasado con filtros color de rosa. Series como Mad Men (ambientada en los años 60) han demostrado que se puede hacer una serie profundamente entretenida y de gran calidad, siendo critica con ese pasado representado. Quizá como sucedió con Wanda, sea más saludable despertar de la fantasía de vez en cuando, porque esta puede no dejarnos avanzar de manera saludable hacia el futuro.
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